lunes, septiembre 18, 2006

CAPITULO DIECISÉIS: NEO - FOLKLORE




Vengo escuchando folklore chileno desde aquellos ya lejanos tiempos en que tenía entre 3 y cinco años, con mis tíos (uff, sé que algún día diré esto y la audiencia me observará tal como yo observo hoy las películas de fines de 1800). Comenzé con grupos de rock fusionados con música nortina (como Illapu, Inti Illimaiden, Quilapalléitor y Los Jaivas), y también a Congreso (cuando estaba Joe Vasconcellos), Violeta Parra, Tito Fernández y Sol y Lluvia, y luego de que mi familia (padres+hermanos+yo) se independizó en su propia casa, ampliamos nuestros oídos a cuecas, tonadas, periconas, etc, sin importar el color político del grupo. Entonces oí a Las Cuatro Brujas, Santiago Cuatro, Ginnette Acevedo y los Huasos Quincheros.



En el liceo supe lo que había sido el neofolclor, un movimiento interesantísimo que reunía a los acabo de mencionar recién, más otros más que harían que un izquierdista encogiera la nariz. Aunque también se contaban con ellos la "Viola", Víctor Jara y Patricio Manns, aunque les repugnara estar en la misma categoría con los que llamaban fachos.

Con la dictadura, los "cocorocós", los "al patato chacato na kara nadar", y las "bom-bo-ch-ch" se fueron para el lado del general (no confundir con ese dominicano que cantaba 'muávalo, muávalo'), y los "venceremos", "una carreta enflorá", y "allalái me querí" se fueron para el lado del extranjero, ya que aquí les decían antichilenos o marxistas (nota cinéfila: me convertí en marxista declarado luego de ver "Una Noche en la Ópera" y "Sopa de Pato").

Este hecho acabó con un fenómeno super interesante de señalar: la juventud oía folklore, y el folklore era 1000% más rentable que hoy. ¿Pueden creerlo?

Y hoy, cuando se cumplen ciento noventa y algo (no estoy con disposición de sacar la cuenta) de la independencia de Chile, llamo desde esta tribuna a los músicos que influyen en mi terruño llámese Los Bunkers, la Javiera y el Ángel Parra, De Saloon, Los Tres - que ya han aportado su granito -, Chancho en Piedra, incluso poperos como Nicole o los cabros de Rojo) a ponerse de acuerdo y unirse en pos de reencantarnos con los sonidos patrios. Todo el año.

Compruebo con pesar como los argentinos reinventan el tango (los Gotan-Project la llevan), los peruanos cantan marineras por montón y los mexicanos fueron capaces de incrustarnos sus rancheras y los colombianos sus cumbias (tanto que soy partidario de que las melodías de Tommy Rey y la Sonora Palacios sean consideradas oficialmente música chilena).

Somos nosotros los que decidimos. Somos el señor Anderson y alguien extiende dos pastillas: la azul, para seguir en la inconsciencia de olvidar nuestras raíces, o la roja, y sabremos que tanto vale la increíble música chilena.

Felices fiestas!.

domingo, septiembre 10, 2006

CAPÍTULO QUINCE: LO QUE ME OCURRE CON LOS ONCES DE SEPTIEMBRE

Durante mis veintidós años de vida he vivido cada once de septiembre de manera intensa. Aquellos que viví antes de 1990 se cuentan entre los peores (y no solo ese día, sino muchos más antes de que Pxxxxxxx le entregara el mando a Aylwin) , y luego, en los primeros años noventa se convirtieron en compartir con la familia, enterarse realmente de qué pasó con nuestro país, de cuánta sangre se derramó y de asimilar con estupor que estuvimos divididos entre los que tenían y los que no tenían armas. Hasta hoy creo que el hecho de acercarme a Cristo fue en parte porque sé que él es el único que puede hacer que jamás ocurran estas horripilantes situaciones en el país en que nací, y al que amo.



Pero el tiempo pasa muuy rápido, de pronto me di cuenta de que los días 11 ya no eran conmemorados de la misma manera, que las velatones se reemplazaron por la odiosa impotencia de ver a vándalos en la esquina de mi población cortando la electricidad y quemando neumáticos, basura y ramas viejas. Jóvenes. Menores de edad. Mientras sus padres están en la casa llorando sus propias miserias como para preocuparse de sus hijos, o (¡Peor aún!) sabiendo en qué están, y dejando que "la pasen bien un rato".

El 11 / 09 / 2001 fue apocalíptico. Por las mañanas vi en la televisión de una consulta médica como a miles de kilómetros se derrumbaban los sueños de miles de personas, y un avión que pasaba como cuchillo en la margarina por el corazón de los norteamericanos, y por la tarde estuve en una reunión de oración, sin luz, cantando "Paz en la Tormenta", y oyendo los odiosos disturbios de afuera. Me sentí triste por varios motivos: por las consecuencias que debió sufrir la soberbia estadounidense, y más específicamente, la soberbia del gobierno de Bush (la biblia dice "todo lo que el hombre cosecha, eso también segará"), por los terroristas, y su, a mi parecer, pésima vía de paz, y también por los chilenos: nadie nunca más, aparte de nosotros, recordaría estas fechas como el día en que Chile vió a su democracia cayendo en desgracia.




¿Qué puedo hacer? me siento responsable por tanto vandalismo, por tanto mal por sólo hacer mal, lo digo de corazón. Mi país enfrenta pequeñas guerras civiles, cuando en este 11 todos nos podríamos sentar a la mesa en cada casa, tomarnos de las manos, cerrar los ojos y pedir por los que han sufrido, por los que hicieron sufrir y para que no se sufra más. Y luego mirarnos, sonreír, examinar los rostros, y agradecer a Dios, porque vivimos. Y vivimos en abundancia.


sábado, septiembre 02, 2006

CAPÍTULO CATORCE: AL AMOR, CON AMOR

"...Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada inde
bido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta..."



"...Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor..."