domingo, diciembre 28, 2008

Capitulo 1: Mis Tres Veranos

¿Les he contado que en una ocasión me asaltaron con una pistola en el pecho? Iba en la micro, de vuelta del Liceo, cuando un muchacho sentado a mi lado comenzó a insistir en que me conocía. Le dije que no, pero soy tan poco avispado que le terminé creyendo un 80% del chamullo. Iba a preguntarle si era un amigo de la básica, de la media, o del grupo de scouts (donde nunca pase de ser lobato), cuando abrió su chaqueta de cuero y me apuntó con un revólver.

- Entrega el reloj – me dijo

- ¿El reloj? ¡pero si me lo regalo mi tío! – respondí, sin saber que chitas estaba diciendo.

- Entrega el reloj antes que te perfore el pulmón.

Mire mi reloj con un poco de pena. Estaba bien destartalado y viejo, me lo sacaba solo para bañarme, y mostraba orgulloso mi muñeca blanquísima, que estaba en la estúpida lista de “cosas que impresionan a las minas” que nunca me resultó. Le pase la cuestioncita y le hable de Jesús, poniéndole demasiado énfasis en las penas del infierno.

Recordé este mismo hecho el día que estaba sentado en la micro 19S, camino a Port Credit, donde aseaba una oficina de correos en Mississauga, Canadá. Subieron unos negros de mal aspecto y se sentaron cerca de mí. Hice lo mismo que en la 105 que tomaba desde General Velásquez con Alameda: Me puse serio, mirando al frente, pensando en las cosas que odiaba (la luz directa del sol en pleno verano, el bistec de panita, Longueira y Novoa, “Alerta Maxima”, etc) y luego me di cuenta que los muchachos ni me pescaban. Y con el tiempo comprendería que sus pintas no asustaban a nadie. Porque después de meses, vi muchachos con trajes formales y peinados a lo “Tito el Bambino” (no confundir con “Tito Beltrán, el busca-Bambinas”), siendo respetados en bancos y malls igual que un rubio pintoso o una elegante morena con pestañeos lentos, caminar delicado y voz de azafata francesa a quienes siempre se les abren las puertas.

Ese primer viaje en micro con ellos alrededor, me hizo entender, después de varios días de llegado a Norteamérica, que 1) no estaba en Chile, 2) Estaba muy lejos de Chile y 3) Quizás había sido demasiado ligero para emprender ese viaje. Me moví la camisa para airearme, ya que la bencina estaba tan cara que las micros no siempre encendían el aire acondicionado. “Recorcholis”, medité, “Estoy en mayo, muerto de calor”. Entendí que luego de vivir enero – febrero – marzo en Chile, mayo – junio – julio en Canadá y luego Diciembre de vuelta, iba a ser un privilegiado, por vivir el 2008 con tres veranos, iluminados y calurosos…


... Y el año fue así: peleé por mi visa dos veces, abordé un avión con miles de contratiempos, conocí a mi querida familia canadiense, trabajé y estudié, conocí al amor de mi vida y me comprometí con ella, leí mucho el diario, vi mucha televisión, practique lo mejor que pude mi inglés, estuve con los indios Sioux, visité la CN Tower y pisé el suelo de vidrio, tomé café como condenado, aprendí un oficio nuevo, estuve en las Cataratas del Niágara, me perdí en las micros un montón de veces, y viví la experiencia de estar lejos de mi casa por siete meses…. Mi vida cambió, damas y caballeros. Jerry_Kane conoció parte de este bello lugar llamado el mundo que nunca imagino seria realidad. Esperando que no se aburran… Bienvenidos