lunes, mayo 22, 2006

CAPÍTULO CUATRO: ALGO DE LO QUE FUI TESTIGO, DEMASIADO IMPACTANTE Y FREAK PARA NO PONERLO EN EL BLOG, INDEPENDIENTE DE SI ALGUIEN QUIERE COMENTAR O NO




Este viernes tuve un par de impactos difíciles de ignorar. Por favor, vale la pena leer esto, porque es increíble.
Fue un día normal, generalmente puedo contarlos con algo de color y darles algo especial. Pero no. no fue así. Fue un dia aburridamente normal. Sherlock Holmes se inyectaba cocaína cuando estaba aburrido. Yo no soy tan inteligente para resolver casos pero tampoco soy tan idiota como para inyectarme eso por ocio. Mejor me inyecto un sandwich o un plato de carbonada. Con pebre. y un par de marraquetas.

Por supuesto, no fui a clases. No puedo aguantar desde las seis de la tarde hasta las 21:40. Tenía pensado ir a la cineteca con mi pase escolar y pagar trescientos pesos para ver cine alemán. Ríanse nomás, pero como nerd asumido confieso que es una idea bastante seductora para mi. Pero preferí ir a casa a terminar el mismo trabajo que terminé hace un par de minutos. Sí, a esta hora.
Todo normal.
Me subí a una micro, afortunadamente desocupada. Dormí muy cómodo, al lado de una señora que nos debe sesenta y tres lucas de un mueble (llegué a la casa a mirar la tarjeta). Pero como no se atrasa tanto en los pagos, hice como que no la conocía. Si yo estaba cansado y aburrido, no tenía motivos para mortificar a la pobre señora.
Esto no es lo increíble. Dejen tomar aire.
La micro desvió en una de las calles, demorándose diez minutos más en llegar a su destino. Yo, durmiendo feliz. La señora, esperando a que le dijera "pague, vieja sinvergüenza". No me lo dijo, pero lo olí en su adrenalina.
Cuatro cuadras antes de llegar a mi casa, la micro volvió a desviar. Si, por segunda vez. Me levanté, y le pregunté al chofer por donde desviaría. Me dijo que tres calles más adelante retomaría a la principal. Así que me quedé esperando.
Ufff.
Cuando me bajé una esquina más adelante, vi que en la intersección donde generalmente me bajo, había un tumulto. La casera, calladita tras de mi. vi un camión de bomberos, y pensé en un incendio. Vi a muuucha gente, y como no vi humo pensé en un asesinato. Pero ¿para que serían los bomberos?.
Llego a la esquina y escucho la voz de la señora:
-¡Virgen Santísima! (no es una exageración. Efectivamente pronunció esta frase)



En la casa-esquina había una micro.


Grande.


Incrustada.


En el segundo piso de la casa.


No tengo la mas ornitorrinca idea de como llegó ahí. Sólo sé que observé estupefacto a una micro levantada en casi noventa grados, con la delantera dentro de un segundo piso, ningún muerto, el pobre chofer (¿Cómo le dirían de ahora en adelante sus compañeros?) con un paramédico atendiéndolo y una joven llorando desconsolada, la unica en la casa, esperando a la familia. Parecia una película. De veras, como un decorado de estudio hollywoodense. Llegó TVN, hizo un "sin palabras" y se fue.

Y yo, me marché más que ligero, sabiendo que la mejor ayuda que podia brindar a los afectados era no ser un patético mirón, y había demasiado gente ayudando sin que se le necesitase. pero el día me cambió para siempre. En mi casa, mi amá y mi hermana, revolucionadas, me hicieron darme cuenta de donde salió mi vocación periodística.
Vaya, fue increible. Eso mismo pensaba mientras comía.
un plato de carbonada. con pebre. y un par de marraquetas.