jueves, mayo 10, 2007

CAPÍTULOS DOS: COMPOSICIÓN SOBRE "MI TRABAJO"


Canción: El Pelo en la leche (Rescate)

Película:
“Psicosis” de Alfred Hitchcock”



Peso: Indeterminado

Hace muy pocos minutos tuve un singular diálogo con un alumno de primer año del liceo:
- ¿Tío, me puede prestar este vé-ashhése??
- A ver. Oye, y esto ¿Dónde lo encontraste?
- Detrás de esos libros.
Miro el videocasete y mis ojos se ríen solos.
- ¿Y para qué quieres esto? ¡Son los goles de la Copa América de Uruguay de 1995!
- Si, es que me gusta el fúrbol.

Debo aclarar, antes de comenzar este pintoresco retrato de mi lugar de trabajo, que no he podido pesarme porque el gimnasio ha estado cerrado, y yo no he podido por algunos problemillas.
Haciendo comparaciones, mi liceo anterior era Nueva York y éste es el pueblito galo de Asterix. Son todos medios campechanos, varios profes y funcionarios viven al frente y a la vuelta del lugar, y tienen una vida de barrio, comiendo papas fritas en la calle contigua, andan un par de estaciones de metro hasta Patronato y se compran sus cositas, y se cuidan unos a otros.
Lo único que no me gusta de los alumnos es el tema de los garabatos: desde la fábrica donde trabajé de obrero el 2003 que no oía tanta barbarie de boca de nadie. Y eso estuve jugando taca-taca con la Filomena y la Juanita al unísono.
Los directivos son todos artistas: te cantan, te bailan, te hacen asados, te toman tinto y te toman blanco, y al mismo tiempo se preocupan de los alumnos como si fuesen sus hijos, les preguntan por sus familias, les conocen los nombres, las mañas, los hobbies. Los mismo los profes. Si en mi liceo anterior ninguno de ellos se tomaba muy en serio el tema de la pedagogía (no en sentido peyorativo, sino más bien paródico), aquí son todos apóstoles de Santo Tomás (lo más cercano que encontré a un santo de la educación), sostienen largas conversaciones en base al verdadero significado de la evaluación, y llaman por teléfono a los apoderados para preguntarles porqué motivo no pudieron asistir a la reunión respectiva.
El lugar no es lo más bello que he visto, pero “salva”: tiene jardines, patios amplios, las salas y las oficinas están bien cuidadas y los auxiliares limpian por lo menos unas cincuenta veces al día cada lugar, y como son tan pocos alumnos, siempre hay tiempo para recoger papeles tranquilo y dar de comer a los gatos, que siguen a las “tías” como a la Presidenta el GOPE.
¿Lo mejor? El sector. Sí señores, porque la para mí desconocida Recoleta es una de las comunas más interesantes del punto de vista histórico: la Estación Mapocho pegadita en el límite, el Cerro Blanco, el sector Patronato, El Cementerio General y el Católico, la pérgola al lado del metro, casas y capillas antiguas y por sobre todo, el majestuoso San Cristóbal, en su ladera noroeste, con casas pellizcando el cerro, dándole un aire porteño que me encanta, y me quita lo gruñón que me pone el viaje de una hora andando de transbordo en trasbordo.
Y la colección de libros no será demasiada (menos de dos mil), pero tiene títulos que en el otro no habían: “Cuentos de Eva Luna”, varios de Truman Capote, “Desde el Jardín”, “El Beso de la Mujer Araña”, “La Inteligencia Emocional en la Empresa” y un manual para adiestramiento de perros que todos los días me pide mi amá para ver si el Oso se deja de ensuciarle el piso.
Hecho de menos los amigos, las risas, los dvd’s y los recursos de la pega anterior. Pero luego de un mes y diez días, he hallado tomar el gusto al lugar donde estoy……

¿Y cómo va tu pega?