domingo, junio 18, 2006

CAPÍTULO NUEVE: MI MADRE ES UNA ROCKERA!!!


El día 23/03/05', salíamos de casa con jóvenes de mi iglesia al concierto de Rescate. Íbamos a la feliz micro con destino al Víctor Jara, cuando sonó una llamada: un joven, su polola y su cuñada no podrían ir. Le dije amablemente que igual debía pagar las entradas, que él había encargado. Me dijo que bueno, y que invitara a alguien para no desperdiciarlas. Así es que buscando, dimos con dos personas que aceptaron ir, llegando en cosa de segundos. Como no pudimos conseguir un tercero/a, nos fuimos. Pero, antes cerrar la puerta, una voz desde dentro dijo: "¡Esperen!. Yo voy con ustedes. A mi también me gusta Rescate".
Era mi mamá.
Y era verdad, conocía todos los temas, y los cantaba con ganas. Mientras en la esquina de la casa se escucha a Marco Antonio Solís, y al lado se deleitan con Alfredo de Angelis y Gardel, mi madre limpia, encera, cocina como los dioses, reta a quien esté de turno en la casa, abraza a quien esté de turno en la casa, se mantiene bellísima (es joven aún), da sus ingeniosas y lúdicas ideas para vivir la vida y sus consejos por teléfono a las mujeres de la iglesia mientras canta a viva voz letras como "Ese muchacho no tiene perdón, dice la gente que lo vió crecer, tire la piedra el que nunca falló, vete a tu casa y vuelve a nacer", o bien, "Hey! compadre! la cosa está que arde, le dijo Saddam a sus amigos. Hey! abuela! la bomba está en la escuela, y el niño que no entiende su castigo"

Mi madre escucha gustosa la música cristiana, pero no solo los banjos o los panderos pre-90's ni el pop post-90's. Haciendo oídos sordos ante comentarios de bocones que dicen "Dios no aprueba ese tipo de música", recuerdo el día que llegué a casa a las 21:00 hrs, cuando en Radio Armonía transmitían un programa juvenil. Ella planchaba tranquilamente mientras los parlantes tronaban con hardcore y agrometal. Saludó, sirvió oncesita y preguntó como iba todo, igual que todas las madres, pero con "Perros Atropellados" y "Mortification" de fondo...

Con ella aprendí a ver las estridentes pero bellas variantes que tiene la vida en Dios y los miles de matices que tiene la felicidad de tener su amor, como también el sentirme orgulloso de lo que soy, y no pescar a quienes odian por el hecho de ser diferente.


Saludos señora, de tu hijo, con quien saltaste en la galería del mejor concierto al que ha ido. No sólo porque Ulises apellido-medio-complicado y su banda (alias "Rescate") me hicieran alucinar, sino porque Jesús creó el ambiente más inverosímil para unirnos. Por lo que debo corregirme, y decir que quienes saltábamos aquel día éramos tres.

miércoles, junio 14, 2006

CAPITULO OCHO: RECUERDOS

- Cuando tenía cuatro años, el tío Richard me preguntó que equipo me gustaba. Como no tuve respuesta, me dijo "cuando te pregunten dí que te gusta la 'U', o La Chile".



- Cuando tenía cinco años, observaba como el tío Richard imitaba a los choferes de micros con un posamaceteros de totora, que todavía da vueltas por su casa.



- Cuando tenía siete años, le conté a mi tío que un compañero de nombre Roberto me golpeaba, y que me daba miedo responderle, porque yo era cristiano. Me dijo "avísame donde vive y yo parto a pegarle". Ante mi negativa a darle la dirección, me dijo "tu eres el más grande del curso. El te debería tener miedo a ti". Seguí el consejo, le di a Roberto lo que aún considero un pequeño empujoncito, y por primera y única vez llamaron a mi apoderado para acusarme de "violento". Pero nunca más me pegaron.



- A los once años, me sentó en la mesa de la casa grande con mi hermano y me dijo "les voy a enseñar algo". Sacó un naipe inglés, repartió doce cartas a cada uno, y nos enseñó a jugar carioca. En séptimo básico les gané a todos en el colegio, a pesar de ser considerado un tonto desde primero a sexto.



- En el verano de mis trece años, conocí todas las picadas para comprar útiles escolares en calle Meiggs, acompañando a mi tío.





- En esa misma época, llegamos un día a la casa cargados de cuadernos y útiles para vender, cuando era como las cuatro de la tarde y no había nada para comer. Él me dijo "¿Quieres almorzar papas fritas?". Fue una oferta muy tentadora, mi mamá jamás hace chatarra en la casa, así que acepté. Mientras freía, llegaron mis otros tíos y le reprocharon lo que estaba haciendo por ser "poco saludable". En respuesta, fue a compar un kilo más de papas, y me dijo "Comámosno todo nomás, y no hagas caso. Si quedas con hambre hacemos completos", ante la irritada mirada de mis otros tíos.



- Cuando la abuela estaba muy enferma, y yo tenía trece años, estábamos casi todo el día con ella le dijimos a J.A. "¿Podemos prender la tele un rato?". El nos miró y dijo "no es tiempo de entretenerse". Aunque mi tío Richard jamás logró aprender a leer, tenía una filosofía que sólo da Dios. Dijo "Estos son cabros chicos. Aprendamos de ellos. ¿Para que vamos a llorar, si todavía nadie muere aqui?", y luego nos sentó en la mesa y jugamos carioca.



- A los quince lo fui a ver un día. Conversamos harto. Lloramos. Lo abrazé y le dije que me perdonara si alguna vez lo había ofendido. Lloró. Tomé eso como un "te perdono".



No me imaginé que moriría ahora. Tenías escasos 42 años. De hecho, creo que mis hijos no conocerán a el típico tío guachaca que expresaba su amor con bebidas y una once de huevos fritos con cebolla, cola de mono para navidad y helado con champagne para año nuevo. Allá va ahora, a juntarse con los padres que tanto extrañaba. Allá va uno más. Aqui quedamos otros más.

sábado, junio 10, 2006

CAPÍTULO SIETE: OFF THE RECORD

Bueno, asumiendo que esto es un diario, y asumiendo también que no lo leen muchos (aunque aprecio mucho a los pocos que lo hacen), voy a contar algo delicado.

Bueno, me ha ocurrido algo terrible. Por primera vez desde que mi tío J.A. se fue a España, tuve ocasión de hablar con él por teléfono. La llamada no es lo terrible, el problema es que cuando me preguntó "como estaba todo", tuve que seguir fríamente las instrucciones que toda la familia (los tíos, las cuñadas, los primos y primas y mi papá) acordó. Entonces, al decirme "como va todo", me tragué el decirle "bueno, tu hermano con el que viviste toda la vida está en el hospital, por problemas diabéticos fue necesario amputarle el meñique de uno de los pies, se curó bien, la herida estaba seca, pero un día antes del alta tuvo un paro cardíaco, luego un derrame cerebral, y tuvo que ser operado, ya que su hemisferio cerebral izquierdo estaba muerto. Si sobrevive, no hablará más, y la mitad de su cuerpo no responderá"....
Para rematarla, conversé con él una hora, tenía ganas de hablar, intentó hablarme de cine, le pregunté con el dolor de mi corazón que tal España, el clima, el lugar donde está, cuántas películas había visto. Asismismo, con gran pesar y con un nudo en la garganta le dije cómo podía bajar subtítulos de emule para no tener que ver cine con acento español. Se despidió mil veces, me comunicó con su chica unos minutos, y me dejó para ir a cenar, despidiéndose por enésima vez. Le dije "te quiero mucho", cosa que ni siquiera le dije cuando me despedí en el aeropuerto, cosa que ni siquiera me he dicho a mi mismo más de una o dos veces.
¿Cómo estoy yo?. Bien. El tío que tengo hospitalizado no es el que me preocupa, el duerme, y si se va, allá lo esperan Dios y los abuelos, y si se queda, aquí estaremos nosotros. Encontré razón a los tíos, no hay que contarle al J.A., si vive tan lejos no hay que preocuparlo. No todavía. No yo. Pero me tenía que llamar a mí. Si alguien que lee esto me tiene cariño, o por lo menos me tiene "buena", no le cuente a nadie. Off the record.